La participación

¿Por qué dejar participar a los niños? Hay muchos efectos positivos de la participación de niños y niñas en la gobernanza y planificación de las ciudades. Participar da la oportunidad de convertirse en sujetos activos, expresando directamente necesidades y deseos. Roger Hart, experto en derechos de la infancia, en su obra Children's Participation habla de cómo la participación en la vida de la ciudad es un momento educativo fundamental para los niños.

Pero la participación de los niños es también una lección para los adultos, quienes escuchando las opiniones de los más pequeños pueden aprender a considerarlos ya no "ciudadanos del futuro", sino sujetos políticos del presente, capaces de influir y mejorar la situación. realidad que nos rodea.

El punto de vista de los niños

Los niños y niñas, al ser interrogados, expresan un punto de vista diferente al de los adultos sobre cuál debe ser el lugar donde vivimos. Es precisamente esta mirada diferente la clave para "salvar" nuestras ciudades, pero se necesitan algunas acciones concretas:

Implicar realmente: para que sea efectiva, la participación debe ser real, con objetivos específicos definidos junto con los niños al inicio del proceso participativo.
Pretender conseguir algo: las necesidades expresadas por los niños deben situarse en el “aquí y ahora”, asumiendo compromisos reales como renovar un espacio público o intentar solucionar los problemas de movilidad peatonal en un área concreta.
Aprender a escuchar: los adultos que participan en el proceso deben tener un papel lo más de apoyo posible y no de guía, haciendo que los niños sean autónomos en todas las fases del proceso.

¿Cuál es entonces el valor concreto de este proyecto? A continuación te presentamos 3 buenas razones para fomentar la participación de niños y niñas en la vida de la ciudad.

Educación

Participar tiene un fuerte valor educativo porque te convierte a uno en parte de una comunidad, con la que los niños pueden compartir responsabilidades y derechos. Y así la ciudad se convierte en "su" ciudad, gracias al desarrollo de un fuerte sentido cívico desde los primeros años de escuela. No faltan las repercusiones sociales de este proceso educativo: a través de los niños y las niñas, la implicación llega a las familias, que adoptarán nuevas actitudes para apoyar a sus hijos e hijas.

Democracia

La participación de los niños es una condición necesaria para una planificación más democrática, porque es más amplia y completa. La principal motivación para implicar a los más pequeños está ligada a la aportación que los niños pueden hacer a la ciudad. Una de las limitaciones más serias en el desarrollo reciente de las ciudades es que se produjo teniendo en cuenta casi exclusivamente las necesidades del ciudadano adulto y productivo. Sin embargo, se dedicó poco interés a los espacios públicos de reunión y juego y a la movilidad peatonal dentro de los barrios. Implicar a los niños y a las niñas significa invertir esta perspectiva, dando voz a quienes no han sido tenidos en cuenta en la planificación de las ciudades, creyendo que representan las necesidades de otras categorías de ciudadanos: las personas mayores y las personas con discapacidad.

Creatividad

Para promover el desarrollo urbano se necesitan ideas creativas y los niños suelen ser los principales innovadores. Los pequeños, si se les escucha, no sólo son capaces de expresar sus necesidades, sino también de desarrollar propuestas concretas sobre cómo satisfacerlas. Sus ideas no siempre son factibles de inmediato, pero suelen ser creativas e innovadoras. Por eso, una ciudad que realmente quiera emprender un camino de cambio necesita la contribución concreta de los niños.